Los corrales, que pueden ser admirados por los visitantes, son muestras de donde aún se está desarrollando la batalla entre dunas y plantas y pueden verse a pinos piñoneros y alcornoques sobreviviendo en su dura resistencia contra las arenas.
Dentro de Doñana no todo son marismas, dunas y zonas pantanosas. Los alcornocales, situados en zonas no inundables y de difícil acceso, próximas al Guadalquivir, son posiblemente los restos de lo que debió ser el bosque primitivo de Doñana. Junto a los alcornoques nacen ricos pastos que sirven de alimento a los grandes herbívoros, como son el ciervo y el gamo. Estos alcornocales son conocidos como las pajareras de Doñana, ya que albergan innumerables colonias de garzas, cigüeñas y otras aves, como el águila culebrera que es muy exigente a la hora de elegir dónde anidar.
Aunque existen ciertas limitaciones para los visitantes, por cuyo motivo conviene informarse previamente, vale la pena realizar una gira a una de las zonas más interesantes de Andalucía. Las visitas al interior del Parque Nacional de Doñana deben realizarse previa cita y reserva en el Centro de Recepción de El Acebuche, en el kilómetro 27 de la carretera que lleva desde El Rocío a Matalascañas y a tan solo un kilómetro de esta última.