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martes, 10 de marzo de 2009

EL CABO BUENA ESPERANZA.

El paso del Cabo de Buena Esperanza

Un servicio entre el Indico y el Atlántico Sur

A finales del septiembre pasado recibimos con sorpresa la petición de ayuda, vía correo electrónico en radio BLU, de un velero de 11 metros patroneado en solitario que acababa de romper en medio del Océano Índico, a más de 2000 millas de tierra, los dos obenques bajos.

Después de localizar en los astilleros alemanes de ese velero sus planos de construcción y el tipo de jarcia con que había sido dotado, acordamos enviarle mediante DHL toda una jarcia de repuesto a su próximo punto de recalada.

El velero llegó dificultosamente un mes después a Port-des-Galets, en la Isla de Reunión, con unos obenques provisionales realizados con un largo trozo de la cadena de fondeo. Allí se colocaron los nuevos obenques de sustentación del palo. Para el resto de la jarcia, nos pidió si podíamos instalársela durante su próxima escala en Durban, Sudáfrica y de paso cruzar el Cabo de Buena Esperanza juntos. Nos pareció una experiencia fabulosa.

Después de rellenar las pertinentes formalidades, tuvimos que llevarle una serie de repuestos imposibles de encontrar en su periplo para poner otra vez su velero en buenas condiciones de navegabilidad, pues los dos años que llevaba dando la vuelta al mundo, ya en su recta final, lo venían pidiendo a gritos.

El equipo B&O se puso en marcha, y una vez llegados a Durban, estuvimos diez días dedicados a dejar al velero como en sus mejores tiempos. Cambio de jarcia, limpieza de winches, revisión de motor, cabullería, enrolladores, electricidad, instalaciones, velas, cosido de capota... Con un baldeo general y sacando brillo a los candeleros, el velero estaba de nuevo en condiciones de afrontar los siguientes y últimos nueve meses que deberían llevarlo hasta Barcelona, pasando por Brasil y el Caribe. Pero antes debíamos pasar el Cabo de Buena Esperanza , difícil travesía.

Para ir de Durban a Ciudad del Cabo hay que recorrer poco más de 800 millas lo que incluye doblar la punta sur de África con su famoso y temido Cabo de Buena Esperanza, que separa el Océano Índico del Atlántico.

No sabemos de dónde le viene el nombre, nos imaginamos que de la buena esperanza de pasarlo sin naufragar en el empeño. Hoy, con la cantidad de partes meteorológicos fiables que existen, se ha vuelto mucho más fácil.

De todas maneras, la gran dificultad del paso radica en que los vientos del Este y los del Oeste se turnan cada tres o cuatro días, de forma impredecible. Los del Oeste son los predominantes y en algún caso llegan a ser realmente muy fuertes. Los vientos del Este que soplan en todo el Índico arrastran una masa de agua que al llegar al continente africano da origen a una fuerte corriente que va bordeando como un río, a unas diez millas de la costa, la punta sureste del continente: es la corriente de las Angulas que circula a una velocidad entre 5 y 10 Km. por hora. Cuando confluyen los fuertes vientos del Suroeste en contra de dicha corriente, llegan a formarse olas cortas casi verticales de 20 metros de altura..., peligrosas para los grandes barcos y letales e imposibles de afrontar para pequeñas embarcaciones.

Nosotros, en Port Elisabeth estuvimos retenidos por un viento del Suroeste que llegó a soplar a 120 Km por hora, suerte que era el verano austral, pues nos dijeron que en invierno pueden doblar esa fuerza!

El pase de un velero del Índico al Atlántico, o viceversa, se acostumbra a realizar preferentemente en el verano austral, la buena época que abarca de diciembre a febrero. Hay que aprovechar una previsión de viento favorable que asegure al menos dos o tres días de vientos portantes. Con ello puede hacerse un trayecto de 200 a 400 millas que impulsados por la corriente ayudan a situarse en cualquiera de los pocos puertos seguros que hay en el trecho. Con un poco de suerte, con tres saltos se puede dejar atrás el temible paso.


ESTE ARTICULO LO TOME DE LA REVISTA FONDEAR.COM GRACIAS!!!