Flores salvajes!

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el mundo necesita rosas

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ME ENCANTAN VUESTRAS VISITAS MIS MEJORES DESEOS PARA TODOS QUE LA VIDA LES TRAIGA A TODOS PAZ Y LIBERTAD, QUE ACABEN PRONTOS LAS GUERRAS Y QUE SE ACABE EL HAMBRE EN EL MUNDO, GRACIAS A TODOS POR COMPARTI!!!

lunes, 30 de marzo de 2009

Mar Azul . Costa de Mallorca.










Naturaleza Coto Dª Ana, Andalucia.

Reúne suficientes hechos y leyendas como para ser considerado, sólo por ese motivo, excepcional. En algún lugar de su interior hay quien sueña con encontrar algún día la perdida y mítica ciudad de Tartessos. La lucha constante entre diferentes fuerzas de la naturaleza: río, mar, viento y lluvia, la hicieron transformarse, a través de miles de años, de golfo en lago (Ligustinus, para los romanos que se asomaron a sus orillas), y de lago en estuario y marismas. Y cuentan que una Doña Ana, duquesa de Medinasidonia, perdida entre sus dunas le prestó para siempre el nombre al Coto. Y ya en casi nuestros tiempos, en 1796, en el palacio de Doñana Goya pintó a la Duquesa de Alba en retratos "oficiales". Se dice que en la soledad de aquellas tierras la casquivana Cayetana permitió que Goya la pintara, además, como maja vestida y desnuda.

Pero aparte de leyendas, hay otros valores únicos y contrastables por lo éste espacio extraordinario ha sido reconocido como Reserva de la Biosfera por las Naciones Unidas, Parque Nacional por el Estado Español y Parque Natural por la Administración Autonómica andaluza, si bien no son exactamente coincidentes los territorios que reciben estas distintas denominaciones. Aquí se encuentra la mayor concentración de aves de Europa, por ser punto de partida para las aves migratorias que pasan desde el viejo continente a África. A las aves le acompaña una fauna riquísima en la que no faltan los depredadores.

Sobre Doñana revoltean flamencos, espátulas, garzas, cigüeñas, urracas, ánsares, patos cuchara; pequeñas aves como la perdiz, el petirrojo, el avefría; aves acuáticas como el somormujo lavanco, el martín pescador y el zampullín; lechuzas, milanos, halcones, águilas culebreras y majestuosas águilas imperiales que encuentran una fuente inagotable de alimento entre tantas especies.

En tierra los pequeños mamíferos, como la liebre, el conejo y el tejón tratan de esquivar al lince ibérico (uno de los felinos más amenazados de extinción en el mundo) que puede estar agazapado entre los matorrales, y al diligente zorro que busca incansable a cualquier pequeña presa. Los ciervos presurosos se alejan del peligro a la más mínima señal mientras el poderoso jabalí huye o planta cara según sea la situación.

sábado, 21 de marzo de 2009

DESDE LO ALTO !!!!





LOS CORRALES

Los corrales, que pueden ser admirados por los visitantes, son muestras de donde aún se está desarrollando la batalla entre dunas y plantas y pueden verse a pinos piñoneros y alcornoques sobreviviendo en su dura resistencia contra las arenas.

Dentro de Doñana no todo son marismas, dunas y zonas pantanosas. Los alcornocales, situados en zonas no inundables y de difícil acceso, próximas al Guadalquivir, son posiblemente los restos de lo que debió ser el bosque primitivo de Doñana. Junto a los alcornoques nacen ricos pastos que sirven de alimento a los grandes herbívoros, como son el ciervo y el gamo. Estos alcornocales son conocidos como las pajareras de Doñana, ya que albergan innumerables colonias de garzas, cigüeñas y otras aves, como el águila culebrera que es muy exigente a la hora de elegir dónde anidar.

Aunque existen ciertas limitaciones para los visitantes, por cuyo motivo conviene informarse previamente, vale la pena realizar una gira a una de las zonas más interesantes de Andalucía. Las visitas al interior del Parque Nacional de Doñana deben realizarse previa cita y reserva en el Centro de Recepción de El Acebuche, en el kilómetro 27 de la carretera que lleva desde El Rocío a Matalascañas y a tan solo un kilómetro de esta última.

martes, 10 de marzo de 2009

EDUARDO PALENCIA AZUL.

EL CABO BUENA ESPERANZA.

El paso del Cabo de Buena Esperanza

Un servicio entre el Indico y el Atlántico Sur

A finales del septiembre pasado recibimos con sorpresa la petición de ayuda, vía correo electrónico en radio BLU, de un velero de 11 metros patroneado en solitario que acababa de romper en medio del Océano Índico, a más de 2000 millas de tierra, los dos obenques bajos.

Después de localizar en los astilleros alemanes de ese velero sus planos de construcción y el tipo de jarcia con que había sido dotado, acordamos enviarle mediante DHL toda una jarcia de repuesto a su próximo punto de recalada.

El velero llegó dificultosamente un mes después a Port-des-Galets, en la Isla de Reunión, con unos obenques provisionales realizados con un largo trozo de la cadena de fondeo. Allí se colocaron los nuevos obenques de sustentación del palo. Para el resto de la jarcia, nos pidió si podíamos instalársela durante su próxima escala en Durban, Sudáfrica y de paso cruzar el Cabo de Buena Esperanza juntos. Nos pareció una experiencia fabulosa.

Después de rellenar las pertinentes formalidades, tuvimos que llevarle una serie de repuestos imposibles de encontrar en su periplo para poner otra vez su velero en buenas condiciones de navegabilidad, pues los dos años que llevaba dando la vuelta al mundo, ya en su recta final, lo venían pidiendo a gritos.

El equipo B&O se puso en marcha, y una vez llegados a Durban, estuvimos diez días dedicados a dejar al velero como en sus mejores tiempos. Cambio de jarcia, limpieza de winches, revisión de motor, cabullería, enrolladores, electricidad, instalaciones, velas, cosido de capota... Con un baldeo general y sacando brillo a los candeleros, el velero estaba de nuevo en condiciones de afrontar los siguientes y últimos nueve meses que deberían llevarlo hasta Barcelona, pasando por Brasil y el Caribe. Pero antes debíamos pasar el Cabo de Buena Esperanza , difícil travesía.

Para ir de Durban a Ciudad del Cabo hay que recorrer poco más de 800 millas lo que incluye doblar la punta sur de África con su famoso y temido Cabo de Buena Esperanza, que separa el Océano Índico del Atlántico.

No sabemos de dónde le viene el nombre, nos imaginamos que de la buena esperanza de pasarlo sin naufragar en el empeño. Hoy, con la cantidad de partes meteorológicos fiables que existen, se ha vuelto mucho más fácil.

De todas maneras, la gran dificultad del paso radica en que los vientos del Este y los del Oeste se turnan cada tres o cuatro días, de forma impredecible. Los del Oeste son los predominantes y en algún caso llegan a ser realmente muy fuertes. Los vientos del Este que soplan en todo el Índico arrastran una masa de agua que al llegar al continente africano da origen a una fuerte corriente que va bordeando como un río, a unas diez millas de la costa, la punta sureste del continente: es la corriente de las Angulas que circula a una velocidad entre 5 y 10 Km. por hora. Cuando confluyen los fuertes vientos del Suroeste en contra de dicha corriente, llegan a formarse olas cortas casi verticales de 20 metros de altura..., peligrosas para los grandes barcos y letales e imposibles de afrontar para pequeñas embarcaciones.

Nosotros, en Port Elisabeth estuvimos retenidos por un viento del Suroeste que llegó a soplar a 120 Km por hora, suerte que era el verano austral, pues nos dijeron que en invierno pueden doblar esa fuerza!

El pase de un velero del Índico al Atlántico, o viceversa, se acostumbra a realizar preferentemente en el verano austral, la buena época que abarca de diciembre a febrero. Hay que aprovechar una previsión de viento favorable que asegure al menos dos o tres días de vientos portantes. Con ello puede hacerse un trayecto de 200 a 400 millas que impulsados por la corriente ayudan a situarse en cualquiera de los pocos puertos seguros que hay en el trecho. Con un poco de suerte, con tres saltos se puede dejar atrás el temible paso.


ESTE ARTICULO LO TOME DE LA REVISTA FONDEAR.COM GRACIAS!!!